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Twisted Metal

¿Que el mercado no tiene sitio para un juego de velocidad y acción frenético? Twisted Metal está aquí para demostrar lo contrario con un juego que dista bastante de sus geniales predecesores en cuanto a calidad, pero que ofrece un tipo de experiencia salvaje y alocada que no se ha prodigado mucho en los últimos años.




El enigmático Calypso lo ha vuelto a hacer. La competición Twisted Metal que organiza está de nuevo de actualidad, y es que las fenomenales guerras de vehículos que acaban convertidas en verdaderas batallas campales vuelven a la primera plana para recorrer el mundo destrozando las carrocerías de todo aquel que no venza en cada una de las pruebas.

La premisa argumental, como cabía esperar, es tan débil como siempre lo ha sido en la franquicia. No hace ninguna falta, de hecho, todo lo que importa en Twisted Metal tiene que ver con lo que se desarrolla sobre el asfalto, con el olor a gasolina y con las descomunales armas que se adhieren a los vehículos que manejaremos. Experiencia jugable frenética en estado puro, con un nivel de velocidad, de histeria y de locura a la altura de los predecesores de la IP.

Pese a ese énfasis en todo lo que tiene que ver con el juego, Eat Sleep Play ha hecho el esfuerzo por incorporar también una historia algo más desarrollada de lo que era tradición en la franquicia. El esfuerzo se revela como inútil a los pocos minutos, y el empleo de actores reales para las cinemáticas es una decisión muy ambiciosa por parte de sus responsables, pero también tremendamente arriesgada que no acaba llegando a buen puerto. ¿Su importancia? Como es lógico es minúscula, y está muy lejos de lastrar la experiencia del usuario y, por lo tanto, la nota final, pero ese look a caballo entre el cómic y el cine de serie B que parece beber directamente de la puesta en escena de Sin City (sin su llamativo blanco y negro) no le hace ningún favor al videojuego a pesar de su indiscutible capacidad para llamar la atención. 
 
En cuanto a los protagonistas, regresan Sweet Tooth, Mr. Grimm y Doll Face, cada uno de ellos secundados por todo un ejército de seguidores que componen bandas de lo más peligroso. De este modo David Jaffe y compañía han optado por sustituir la más numerosa cantidad de protagonistas de los anteriores Twisted Metal por este grupo más compacto de sólo tres, que en el multijugador se amplían a cuatro. Esto tiene varias implicaciones en el juego: la primera de ellas es que la campaña se divide en idéntico número de grandes volúmenes (uno para cada protagonista), y que con cada uno de los (anti)héroes tendremos acceso a todos y cada uno de los vehículos. Una libertad hasta ahora desconocida en la IP.

Así pues el modo individual del juego forma una suerte de triunvirato con los papeles de los personajes principales, cada uno de ellos protagonizando campañas de diferentes dificultades y todas ellas coronadas por enfrentamientos contra gigantescos jefes finales que nos pondrán las cosas muy difíciles y que en algunos casos son geniales. Tres campañas que, en definitiva, son interesantes aunque no brillantes por algunos problemas de acabado, de IA y de cierta monotonía a medio plazo; pero que sirven como buen calentamiento para el multijugador: la verdadera esencia del programa.
 
 

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